En memoria!!!


Los años pasan... y pareciera que pasan rápido... pero es el mismo tiempo de siempre... simplemente es que ahora tenemos tantas cosas y tan pocas horas de ocio que vemos correr los días sin capacidad de asombro y las fechas marcadas en nuestras vidas llegan a veces sin darnos cuenta que llegaron.

Siete años han pasado y hasta podemos pensar que fue ayer. Toda la familia así lo piensa... pues nos tenemos que acostumbrar a la ausencia y tomamos decisiones para no caer y, si lo hacemos, agarramos lo primero que esté a nuestro alcance para sostenernos y seguir caminando... la mayoría de las veces hurgamos en nuestro maletín de viaje y plantamos una sonrisa en nuestro rostro porque si la única alternativa es seguir, por qué hacerlo con tristeza.

Doy gracias a Dios por las bendiciones que ha derramado en nuestra familia... él ha premiado la disposición de nosotros, sus hijos mimados, de mantenernos en pie y al mismo tiempo disfrutar lo que pone cada día en nuestras manos... no hacerlo nos convertiría en unos malagradecidos, pues así como se nos van cosas llegan otras... mis hijos han aprendido esa lección y estoy muy orgullosa de ellos... de cómo, juntos, hemos dado pasos y pasos para continuar adelante... y, de una forma u otra, nos sostenemos... un día ellos a mí, otros días yo a ellos... y así hemos construido una vida juntos siempre con el recuerdo de ese ser especial que el Señor nos permitió disfrutar durante sus 34 años de vida.

No hay que poner tu nombre para hablar de ti. Es simplemente tener la certeza que donde estás... estás bien y estás feliz porque Oliver, Gabriel y Francis crecen hermosos y inteligentes con una madurez que hasta a mi me sorprende, pero que me hace muy feliz.Yo he crecido con ellos y ellos han crecido conmigo y eso es lo maravilloso de estos años. Les tocó madurar rápido y aprendieron a aceptarlo y hacerlo con alegría.

Siempre he dicho que nosotros, los seres humanos, elegimos los caminos que recorrer... hace 7 años yo elegí un camino para mi familia y, al mirar atrás... ver los senderos, las aceras, las calles, montañas y mares que hemos cruzados juntos, con nuestros respectivos obstáculos (que sería la vida sin ellos), con los semáforos que nos dan paso o nos detienen, con los tráficos (esos amigos que son luces en medio de la oscuridad) y todo el paisaje que nuestros ojos han disfrutado y compartido... puedo decir que estoy satisfecha.

No podría contar las veces que me caí y me faltaban fuerzas para levantarme y, en esos precisos momentos, aparecía una luciérnaga y encontrábamos nuestra bebida energizante y seguíamos el viaje... de la misma manera no puedo contar la cantidad de personas que han llegado, algunas igual se han ido, y unas cuantas se mantienen a nuestro lado, que nos dan una descarga de energía y ponen a nuestra disposición sus hombros y manos para ayudarnos.

Tirar estas palabras al aire no es un simple desahogo, es una forma de decirles a mis hijos y todos los que las lean que siempre hay una opción, que el mismo número de veces que nos caemos tendremos la oportunidad de levantarnos; que nuestros seres queridos no son eternos y, por ende, debemos aprender a valorarlos y disfrutarlos ahora que los tenemos con nosotros; que las tristezas vienen y van, pero de igual manera las alegrías; que al centrarnos en el pasado no disfrutamos nuestro presente y destruimos nuestro futuro; que las heridas sanan aunque los recuerdos permanezcan; que la vida continúa aunque pensemos que se detiene; que aunque lloremos en un momento, volveremos a sonreír; que cada uno de nosotros tenemos la capacidad de continuar, que es cuestión de decisión; que él que se fue no regresará porque estemos tristes; y que todo tiene una razón de ser que, aunque no podamos entenderla en ese preciso momento, es buena y válida; que lo mejor que podemos hacer por las personas que partieron es trabajar por ser felices, aunque ellos ya no estén.

Podría escribir muchas otras razones por las cuales debemos entender que, al perder un ser querido, la vida continua y debe continuar para los que nos quedamos... No sería llover sobre mojado, pero, de la misma manera, entiendo que cada quién debe vivir su proceso y su realidad, pues tenemos un compromiso con nosotros mismos... si necesita ayuda, no dude en búscarla, pero nunca, nunca, se haga amigo de la inercia y la tristeza solo "porque sí"...

Estas palabras las dedico a mis amados hijos!!! Ellos fueron mi faro en medio de la tempestad...

¡Sean amables de manera indiscriminada!

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