Si mi cuerpo está bien... yo estoy bien!

Hay personas en la vida que te cambian la vida, valga la redundancia, y a lo largo de mi vida, vuelvo y redundo, he cambiando de rumbo tantas veces como entendí que quedarme en un lugar o seguir caminando por el  mismo sendero no me llevaría a ningún lado, pero menftiría si dijera que ese conocimiento me llegó solo o lo aprendí de la noche a la mañana. No señor. Los cambios son como bolas de nieves que se mueven por las acciones de los que se cruzan en nuestro camino. Y todo lo que hoy práctico como #regladevida gracias a lo vivido, a lo conocido y lo sentido, pero sobre todo a los hombres y mujeres que se han cruzado en mi camino, ya sea de paso o permanentemente.

En mis pocos o muchos años de tener la dicha de respirar he sido la avalancha de muchos y muchos han sido mi avalancha (al fin y al cabo la vida es de doble vía), pues con pequeños o grandes gritos se han deslizado porciones de nieve suficientes para ayudarme a cambiar de rumbo y enfocarme en la dirección correcta... así como dar valor a lo que tiene valor, ya sea en el plano personal, familiar o profesional. Y cómo sé qué esta forma de vivir es la correcta? Fácil, sigo viva, respirando y disfrutando de lo que se ha quedado en mis manos, siempre con la gratitud a flor de piel a mi Dios, al Universo y las energías que se mueven en el. Nunca olvidemos que somos energía y nos movemos con ella.

Y antes de irnos a viajar por Venus o Marte, debo reconocer que lo que inspira estas líneas es dar reconocimiento a tres hombres que en verdad cambiaron mi vida en los últimos 7 años, pues al cruzarse en mi camino me enseñaron (literalmente obligaron) a cuidar mi cuerpo como un templo, pues de nada me servía trabajar sin descanso por mis metas si no le daba mantenimiento al carro (léase el esqueleto y músculos que sujetan a esta cabeza que mezcla un tanto de locura, ternura, amor, fanatismo por mi familia y mi pasión por comunicar). Ellos realmente obraron milagros en mi cuerpo, mente y espíritu. 

Mis amores con ellos comenzaron a desarrollarse sin planificarlo, aunque debo reconocer que fueron amores a primera vista. Todo fluyó de manera natural, como todo en mi vida (a Dios doy las gracias). Primero como una relación de trabajo, luego, poco a poco, se fue gestando una hermosa y maravillosa amistad. El primero ya no está físicamente con nosotros, nos dejó recientemente, perdida que lamento, pues extraño a esa hombre que me ayudó a recuperarme del desgaste físico al que había sometido mi cuerpo sin ningún cuidado y que fue convirtiéndose en un gran amigo. Los otros dos, permanecen a mi lado, como ángeles guardianes y, aunque me jalan las orejas cuando me desaparezco de mis terapias, siempre me reciben con los brazos abiertos de par en par cuando, como la fábula del hijo pródigo, regreso al redil para recuperarme de las largas y extenuantes horas de trabajo.

Mi primer amor
Debo rendir un homenaje póstumo a mi quiropráctico Ramón Rosario. Recibir la noticia de su muerte fue como una de esas cosas que no puedes creer, que te sientan y te vuelven a recordar que frágiles somos. Nos conocimos por pura casualidad (por lo menos eso pensaba yo) y, luego de varias horas de compartir en un grupo de amigos, me dice que él debe ayudarme. De buenas a primera él estaba enderezando mi cuello con diestros movimientos, quitándome un dolor que ya se había convertido en el familiar más cercano de mi cuerpo, fruto de la mala postura y las largas horas de trabajo.

En ese momento empezaron mis amores con Ramón. Pasando balance de la mujer que era a la mujer que soy, es para reconocer que él hizo maravillas conmigo y me mostró un mundo diferente a la medicina tradicional. Me habló y utilizó muchas terapias conmigo y me ayudó a recuperar la energía perdida, pues yo me movía por la obligación y las responsabilidades, no así porque tuviera la energía para hacerlo. 

Él era de las personas que podía llamar a cualquier hora para "pedir cacao", literalmente y en buen dominicano, y estaba para mi. Recuerdo como si fuera ahora, sus risas cuando oía mi voz de ultratumba preguntando si estaba en su consultorio y cuando llegaba solo atinaba a decir "solo me llamas cuando estás moribunda", pero no podía resistirse, pues le decía con toda seguridad que lo nuestro era un matrimonio sin divorcio y así fue... nunca le di la oportunidad de divorciarse de mi, simplemente se fue sin avisar. A él solo me queda decirle gracias por la guía y la ayuda para mejorar mi salud, pero sobre todo por la amistad que tuve la dicha de compartir con él. 

Rhina Ibert, Rafael Álvarez, Laudelina Pendones y Sandino Grullón.
Mis otros dos amores
Gracias a mi querida Rhina Ibert conocí a dos personas súper especiales de nombres Rafael Álvarez y Sandino Grullón, sumada también está la cabeza de Casa Holos, Laudelina Pendones, ella también se anidó en mi corazón sin derecho a salida.  

Y de la misma manera iniciamos nuestros amores... por cuestiones laborales, y hoy comparto con ellos la complicidad de cuidarme y una amistad sin fronteras, fresca y sincera, aunque yo me desaparezca cuando tengo los picos más altos de trabajo. Sin embargo, cuando aparezco ese abrazote no se hace esperar y, según el tiempo sin vernos, es un día más largo que otro. Somos almas gemelas. Debo reconocerlo y las carcajadas salen solas.

Casa Holos es mi casa y soy la primera en promover los beneficios de las terapias y las rutinas que ofrecen para cuidar tu salud de una manera holística... razón del nombre que los identificas. De Rafael debo decir que admiro esa pasión que tiene por lo que hace, se identifica y adentra 100 por ciento en lo que hace y la excelencia llega a él de manera natural... será por su formación en la danza la razón de ello o simplemente porque él es así, sencillo, llano y abierto al Universo. Dando siempre gracias al Cosmo por todo lo que sucede y es... Así es él, un hombre que vive en armonía con la naturaleza, mi entrenador de Pilates preferido y ahora mi terapista encargado de ayudarme a centrarme cuando pierdo el rumbo o se descontrola el timón.

De Sandino hay mucho que decir, pero se resumen en esta frase "No vivas como si tuvieses mil años por delante. El destino está a un paso, hazte bueno mientras la vida y la fuerza son todavía tuyas". Ese es él, el hombre que llegó a mi vida para enseñarme el valor de la acupuntura y cómo ayuda a cuidar, balancear y mejorar nuestro cuerpo. Al igual que mis dos amores anteriores, él reconoce cuando mis pies se arrastran en lugar de caminar y, en menos de una hora, renueva la energía y me jala las orejas como un padre regaña a a su inconsciente hija que no quiere cuidarse a sabiendas que tiene las herramientas para ello.

El cuidado empieza en mi
En conclusión, soy una señora mayor muy agradecida de las bendiciones y personas que se han cruzado en mi camino y estoy más que segura que esos designios no son humanos, son sencillamente divinos, por lo cual he cultivado el don de la gratitud... doy gracias por todo y no me canso de hacerlo... estoy convencida que esa disposición de agradecer al Universo las energías que mueve entorno a ti es como un "boomerang", que tarde o temprano regresa a ti cargado de muchas más bendiciones de las que has enviado a otros.

Por eso quiero dar gracias a esos tres hombres que, con premeditación y alevosía, han trabajado arduamente por brindarme bienestar físico, emocional y espiritual... estos no andan solos, van de la mano como la Santísima Trinidad... y siempre estan luchando contra #MiMisma, como dicen mis amigas, para que mantenga esa sonrisa de par en par y que esta sea el reflejo de mi interior. Al fin y al cabo, ya entendí que el cuidado empieza en mi, aunque de vez en cuando se me crucen, los canales de fuera. 

¡Sean amables de manera indiscriminada!

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