Lo que somos y hacemos puede cambiar vidas

Desde hace mucho tiempo he querido dar calor a mi blog. Desde mi escritorio he tratado de plasmar mis ideas y las cosas que me pasan más allá de lo que publico en mi columna del periódico El Día, pero las responsabilidades laborales, familiares y personales me envuelven y el deseo se queda en deseo y no pasa a la acción...pero como todo en la vida es hasta un día, el día de escribir por aquí ya llegó.

Años atrás, muchos años, entendí que la vida nos toma como nosotros la tomamos a ella, que lo que hacemos tiene su consecuencia y que nada pasa desapercibido ante los ojos de mi Creador... Muchos podrían pensar que es actuar en miedo y ser de una manera para que otros piensen algo bueno de ti... es normal, pues, en sentido general, vivimos en un mundo de apariencia y qué dirán... pero cuando superamos esta creencia y forma de vida generalizada, empezamos a ver un mundo maravilloso que se abre ante nuestros ojos.

Tener la convicción de que ser "amable de manera indiscriminada" no es una pose sino una forma de vida; de que ser feliz no es un fin sino un camino; de que todas nuestras acciones tienen su consecuencia y que serán de acuerdo al lado del camino que transitemos: positivo o negativo... no lleva a un estado de conciencia y crecimiento más allá de lo imaginado.

Es un día maravilloso para descubrir y dar testimonio de las maravillas que se producen cuando salimos de nuestro YO egoísta y nos dedicamos al NOSOTROS... Cuando demos este paso, nuestra vida conocerá la CUARTA dimensión, la del AMOR, y esto será una revolución, tanto en nosotros como en los demás.
Nada más hermoso que intentarlo, nada más maravilloso que conocer y darnos a conocer, nada más increíble que ayudar a provocar cambios en quienes nos rodean... tu amabilidad puede ser la diferencia, tu sonrisa le puede alegrar el día a quién menos te lo imaginas y tu mano amiga puede ser el motor del cambio en otros... y qué recompensa más grande es esa.

Testimonios de vida
No son pocos los que se preguntan y me preguntan por esa filosofía de ser amable, de dar la mano siempre al que lo necesite, sin importar si es conocido o no, y de sonreír constantemente, que resulta extraña en tiempos de globalización y desapego... y qué ganas con eso? o ¿no tienes miedo a que te engañen o lastimen?, algunos cuestionan...

Preguntas que no son difíciles de contestar, pues con la sola respuesta que explica que mi responsabilidad es lo que alimento en mi interior, no lo que los demás tienen en el suyo, para mi es suficiente... la factura se pasa al que engaña y no al engañado... con la conciencia de que en nuestro camino encontraremos personas de todo tipo y ellas, de una manera u otra, incidirán en nosotros y nosotros en ellas... es la ley de la vida... y si esa ley está desde tiempos memoriales, por qué ir contra la corriente... luchar contra lo que no podemos cambiar solo nos lastima y hace sufrir.

Doy fe y testimonio de que si das mucho a la vida, ella te lo devolverá con creces. Así que muévete sin miedo, preparado para tropezar y levantarte, pues nadie tropieza cuando se queda inmóvil, ni nadie conoce cuando está aislado, ni nadie disfruta sin darse una oportunidad... bien lo dice Jaime Borrás, en su libro "Vuela Alto", "el miedo no debe tener cabida en una vida vivida a fondo y de vuelo alto".

Por hoy, ya está bueno de filosofar... mañana traerá su propio afán, pero recuerda que las oportunidades son únicas y no se repiten, los años pasan sin darnos cuenta y las riquezas que nos llevamos no son las materiale, sino las que se guardan en el corazón fruto de nuestro andar por el mundo y de las personas que nos acompañaron en el paseo.


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